Qué es Ahstanga y qué es Vinyasa
Dentro de los numerosos estilos de Yoga que han ido surgiendo a raíz de las enseñanzas de Sri T. Krisnamacharya (padre del yoga moderno), destacan el Vinyasa y el Ashtanga Yoga. En ambos casos, el principio fundamental es adaptar la práctica a la persona, de modo que, aunque son prácticas dinámicas y energéticas, no exigen ninguna condición física ni de ningún otro tipo para poder practicarlas.
La práctica de Vinyasa se caracteriza, fundamentalmente, por el enlace fluido entre posturas (asanas), acompasando siempre la respiración y el movimiento. Esto da lugar a series dinámicas y potentes a todos los niveles: físicamente, ejercita los músculos, moviliza las articulaciones; mentalmente, potencia la concentración, la coordinación, la resistencia y la consciencia en el momento presente. En otro plano, nos aleja de ruidos mentales y nos prepara para estados meditativos, de los cuales podemos sacar gran provecho en el mundo estresante en que vivimos.
En Ashtanga, partimos de 3 series prefijadas de posturas que enlazamos con vinyasas. El practicante va avanzando individual y progresivamente en cada una, conquistando la serie para poder pasar a la siguiente. Además de los beneficios de Vinyasa, Ashtanga ofrece una gran sensación de satisfacción y superación personal al repetir las mismas asanas pero de forma cada vez más intensa. El practicante va tomando consciencia de su cuerpo y de sus progresos tanto físicos como mentales, ya que Ashtanga mejora la concentración y la memoria y hace que cada vez se piense menos en lo que cuesta una postura o en lo que se supone que debería ser para llevarnos a darnos cuenta de cómo estamos, cuáles son nuestros límites y que que no todos los días podemos hacer las mismas cosas de la misma manera… Además, de manera más sutil, esta práctica tan profunda en la que cuerpo, respiración y movimiento van de la mano produce un resultado asombrosamente equilibrante. Cecilia García.