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Hatha Yoga

 

Hatha yoga con Carmen Serrano.

En las clases nos centramos primero en la percepción del cuerpo físico, lo más fácil, lo más denso, para desde ahí empezar a llevar la atención a partes más sutiles de nuestro ser. Vamos avanzando en este camino, profundizando un poco más, enfocándonos en la respiración, puente entre cuerpo y mente. Simplemente la observación y conciencia de la respiración nos lleva a niveles de relajación muy altos, que nos dará descanso y capacidad para enfocar de modo diferente otros problemas relacionados con los sentimientos, emociones, estados mentales agitados, estrés, insomnio, ansiedad.

Además de ser conscientes de la respiración, practicamos distintos tipos de pranayama (enseñanzas basadas en ejercicios de respiración) cada uno enfocado a una finalidad concreta, que unido a asana y a otras herramientas del yoga tienen una efectividad muy alta para resolver, o al menos hacer consciente, el objetivo concreto que se trabaja.

Hay otros grupos que mi propuesta es un yoga más sutil y efectivo en cuanto a su profundidad. Podemos centrar nuestra atención en nuestro cuerpo físico, pero aplicando realmente sthira-sukham, cultivando esa observación consciente de asana, sin caer en la competencia con nosotros mismos para llegar al límite. Si la intención de un grupo es en la parte energética, movemos la energía no solo moviendo nuestro cuerpo, sino a través de muchas otras técnicas del yoga como la concentración, la imaginería, visualización, movimientos somáticos, vinyasas con canto de mantras, pausas meditativas, conciencia testigo, mudras, sankalpas, etc. asana, pranayama, dharana. Movemos la energía para facilitar el movimiento del prana, entendiendo bien que es energía, me explico. Cuando digo que mis clases son energéticas no me refiero a movimiento físico, podemos mover mucho la energía sin que exista movimiento físico. Según el grupo, utilizamos unas técnicas u otras, para incidir más en un nivel u otro, con herramientas como asana, pranayama, la visualización, movimientos somáticos, vinyasas con canto de mantras, mudras, sankalpas, dharana, espacios de simple observación con conciencia testigo entre asanas, es decir, pausas meditativas, etc.

Experimentamos que el hatha yoga es yoga.

Incluso podemos conectar con la dimensión más bella del yoga como medio para desarrollar el autoconocimiento, experimentar la luz en nuestro corazón para que la comprensión profunda y la intuición se conviertan en las herramientas para el proceso de sanación. Tenemos que volver a darle todo su sentido a la palabra yoga, como una vía para una transformación espiritual, entendiendo como espiritual una manera de descubrir nuestro potencial interior y su expresión. Muchas personas no conocen su capacidad inherente y les falta la fuerza para conectar con su propio poder, eso es dar un pasito más, avanzar hacia una capa un poco más sutil, un yoga interno, basado en las raíces más profundas del yoga. 

 

Hatha yoga con Cecilia García.

 

Para mí, el hatha yoga es una práctica de escucha sin juicio, una oportunidad para detenerme saber cómo estoy realmente, sin dejarme llevar por automatismos. Cada práctica es una posibilidad para afinar la percepción de mi propio cuerpo y mente: sentir cómo respiro, reconocer qué postura adopto ante lo que ocurre dentro y fuera de mí, notar qué músculos se tensan o relajan y cuándo, qué articulaciones buscan sostén, qué tipo de pensamientos tengo en cada circunstancia… Pero además, me ofrece técnicas que me ayudan a equilibrarme y a sentir, pensar y vivir de una forma genuina, amable y, en definitiva, sana (en el más amplio sentido del término).

 

Como socióloga, veo que la dinámica que nos impulsa a ir rápido, producir y consumir, siempre buscando la siguiente meta o deseando algo nuevo, parece estar llegando a su límite. En este proceso pasamos de la ansiedad y el estrés a sentirnos, cada vez, más cansados, decepcionados o tristes. Todos reconocemos que necesitamos parar, desconectar y reconectar, pero no estamos educados ni tenemos las herramientas para hacerlo. Muchas de las opciones que tenemos a mano suelen mantenernos en una rueda que alimenta el desgaste. Esa desconexión que tanto anhelamos se convierte en procrastinación e incluso, a veces, en una sensación de fracaso. Dependiendo de nuestra generación, pasamos horas absortos en pantallas o en la búsqueda de experiencias intensas pero breves, que requieren una gran energía sin aportarnos aquello que realmente buscamos y necesitamos.

 

El hatha, en cambio, me ofrece un espacio genuino y amable. Me recuerda que no necesito salir en busca de respuestas; que cuando paro y percibo con todos mis sentidos de un modo muy profundo e intenso, descubro que todo lo que necesito ya está en mí. Es la única herramienta que me ha permitido llegar tan al centro de todo e intuyo que no tiene fin. En la tierra bajo mis pies, en el entorno que me rodea y en mi propia naturaleza encuentro un sostén constante, una calma que no necesito analizar, solo vivir. Cada día, el hatha me muestra que mi cuerpo y mi mente pueden encontrar equilibrio con suavidad, sin esfuerzo. Me recuerda que cada instante es una oportunidad para sentirme, conocerme y darme aquello que me hace bien, algo que la práctica nos invita a explorar de una manera amable y en sintonía con lo que somos.

 

Mis clases de hatha son una invitación a explorar este espacio de escucha, a descubrir cómo, en cada postura y en cada respiración, podemos acceder a un lugar de calma y presencia donde nos reencontramos con lo esencial. Intento llevar a mis alumnos a un viaje hacia la simplicidad, hacia ese saber intuitivo que todos tenemos y que, en medio de la práctica, revela cuánto podemos llegar a ser aquí y ahora.

 

 Yoga Maa en Cercedilla, Camino Santa Maria 12, 28470, Madrid 

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